Bigas, M. & Correig, M. (2001). Capítulo 6: Aprender a
leer y escribir. En Didáctica de la
Lengua en Educación Infantil. Madrid: Síntesis.
Foco de Lectura: ¿Cuáles son las fases del aprendizaje
de la escritura?
Monserrat Bigas y Monserrat Correig proponen que el
aprendizaje de la escritura es un proceso y, que como tal, no se aprende solo
por medio de una simple repetición de formar y juntar letras. Las autoras
adoptan la enseñanza y aprendizaje de la escritura desde un enfoque
constructivista, donde el alumno adopta un rol activo, pues es él quien
construye su propio aprendizaje a través de oportunidades de reconstrucción del
conocimiento, diseñadas por el profesor. A raíz de la perspectiva mencionada
anteriormente, Bigas y Correig proponen que el aprendizaje de la lectura y
escritura están fuertemente interrelacionados, no obstante, no existe un
relación incuestionable entre ambos procesos, por lo que es posible separar el
desarrollo de cada uno de ellos. En particular, para analizar el desarrollo del
aprendizaje de la escritura las autoras se adhieren a la versión actualizada de
la investigación de Teberosky (1999), quien describe evolutivamente el proceso
de acercamiento a la escritura en cinco niveles.
a)
Primer
nivel: Escribir como reproducción del
acto de escribir en la persona alfabetizada.
“En este nivel los niños reproducen los gestos del acto de
escribir y algunas de las características gráficas formales, como la ausencia
de elementos figurativos, la linealidad y la separabilidad de los elementos
gráficos” (p. 164). Las grafías más frecuentes corresponden a palos, círculos,
ganchos y otras formas no icónicas. El/la niño/a reconoce la escritura como
algo diferenciado a los dibujos, sin embargo, para el observador de estos no
hay mucha diferencia entre ambos. Es por esto que se conoce, también, como fase
de escrituras indiferenciadas. La función de la escritura en este nivel es
designar objetos, por lo tanto, el/la niño/a generalmente atribuye una cantidad
de letras que sea coherente con la magnitud del objeto que se designa, por
ejemplo, a “león” le asignará una mayor cantidad de letras que a “margarita”.
No obstante, las letras de estas no nos diferenciables ni analizables.
b)
Segundo
nivel: Escribir como producción
formalmente regulada para la creación de escrituras diferenciadas.
“En este nivel la escritura se centra más en las características
específicas del producto y las formas gráficas se acercan a las letras
convencionales” (p. 165). El/la niño/a se interesa por aspectos más específicos
de la escritura del código, como lo son: número de caracteres, variedad interna
y externa y, a su vez, elabora hipótesis del funcionamiento estos:
-Hipótesis de cantidad: para que un escrito diga algo debe
tener una cantidad mínima de letras, generalmente tres.
-Hipótesis de variedad interna: las palabras deben tener
variedad de letras.
-Hipótesis de variedad externa: entre palabras deben haber
letras diferentes, o bien, distinto orden de ellas, puesto que en caso
contrario se trataría de la misma palabra.
“El repertorio que reproducen
acostumbra a ser el de las letras de su nombre, el cual va ampliándose
rápidamente. Aparecen, en esta etapa, las pseudoletras o grafías parecidas a
las letras pero que no conservan las formas convencionales” (p. 166). Otras
características de este nivel
corresponden a que todavía no relacionan las grafías a un fonema particular y
que la función de la escritura continúa siendo para designar referentes, por lo
tanto, les es difícil escribir frases negativas.
c)
Tercer
nivel: Escribir como producción controlada por la segmentación silábica de la
palabra.
Los/as niños/as construyen nuevas hipótesis, ahora vinculadas
a la pauta sonora.
-Hipótesis silábica cuantitativa: se representa una letra (o
pseudoletra) por cada sílaba que tienen las palabras.
-Hipótesis silábica cualitativa: se representa la sílaba con
una letra convencional que esté contenida en ella, usualmente escriben las
vocales de las sílabas. Por ejemplo, “iea”
para escribir “tijera”.
En este nivel, “la escritura ya no es lo mismo que el objeto
al que se refiere, como ocurría en los niveles anteriores, sino que pertenece a
un segundo nivel de análisis, el análisis de los elementos que componen la
palabra que representa estos objetos” (p.167), es decir, hay un avance en la
comprensión del sistema de la lengua.
d)
Cuarto
nivel: Escribir como producción controlada por la segmentación
silábico-alfabética de la palabra.
En este nivel, los/as niños/as comienzan a escribir más de
una letra por sílaba, “comenzando generalmente por la vocal tónica y la primera
consonante de la sílaba y luego por las vocales átonas, las consonantes finales
y las intercaladas” (p.168). Asimismo, las palabras contienen las letras que
son más sonoras en la palabra.
e)
Quinto
nivel: Escribir como producción controlada por la segmentación
silábico-exhaustiva de la palabra.
En este nivel, los/as niños/as tienen un dominio de la
correspondencia fonema-grafema, lo que les da la oportunidad de generar una
escritura autónoma. No obstante, esto no asegura un dominio de la ortografía
convencional, aunque si asegura un escrito comprensible. Las palabras
dificultosas, en esta etapa, corresponden a las que contienen sílabas inversas,
trabadas y complejas y, a su vez, las letras que representan más de un sonido,
o bien, los sonidos que se pueden representar por más de una letra.
Valoración:
Este texto permite tomar conciencia de que los niños y niñas,
al entrar a la educación formal, conocen más profundamente el código escrito de
lo que los profesores tendemos a imaginar. Por lo tanto, este escrito aporta
con información valiosa para el profesor ya que permite identificar
comprensiones del alfabeto y de la lengua, aun cuando estas no son reconocibles
ni observables en las producciones iniciales. Asimismo, Bigas y Correig dan
paso a la reflexión de estos niveles, pues en ocasiones pueden presentarse de
forma disímil al modelo de Teberosky, lo que da paso a la investigación del
profesor para adecuarse a las necesidades del alumno.
Por último, este texto nos da cuenta de que los niños y
niñas, pertenecientes a sociedades alfabetizadas, muestran interés por la
lengua escrita y deseos de aprender el código, por lo tanto, es importante que
los profesores no disminuyamos esta motivación intrínseca presentándoles la
escritura tan solo como un “conocer las letras para combinarlas en palabras”
sino que, al contrario, despertemos aún más este deseo por conocer la lengua,
motivándolos a expresar, crear y comunicarse con ella.